MUCHO MÁS QUE UN ‘POBLE CONTRA VILA’

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El pasado 2 de abril se jugó en St. Andreu un derbi entre el equipo local y el Europa, el equipo de la Vila de Gràcia. Un enfrentamiento que siempre se presenta como ‘el poble contra la Vila’. Un título que, aunque cierto, no permite ver todo lo que hay detrás de un partido entre dos equipos históricos de la ciudad de Barcelona.


Desperdicis y Eskapulats. Un grupo ultra y uno en pleno desarrollo y definición. Un tifo en el Gol local, y otro en el visitante. Una grada repleta de banderas y una valla repleta de pancartas. Un Narcís Sala petadísimo, y vibrando al ritmo de un césped en el que hubo de todo, también piñas.


Varios grupos acompañantes en ambas gradas, grandes corteos, cánticos cruzados y, por encima de todo, un partido directo por el ascenso de categoría.


Será la quinta categoría, pero podemos asegurar que en las cuatro que hay por encima, hay pocos partidos más interesantes y atractivos para un fanzine escrito por y para ultras.


UNIÓ ESPORTIVA SANT ANDREU – DESPERDICIS

Cuatro décadas de grada



Si pensamos en la escena de la Unió Esportiva Sant Andreu, automáticamente nos rondará la mente Desperdicis, grupo que ocupa el Gol Nord del Narcís Sala desde el año 2007, hace ya dieciséis. Pero si queremos hablar de los orígenes del movimiento en Sant Andreu del Palomar tenemos que irnos más lejos, mucho más, hasta los años ochenta, y concretamente hasta 1986, para encontrar el primer grupo que pobló, antes, esa misma grada. Fue el Front Andreuenc, el cual recibió mucha influencia del incipiente movimiento skinhead de la Ciudad Condal, conviviendo en el seno del mismo miembros de Boixos Nois y Brigadas Blanquiazules


Unos años tras su desaparición en 1995 se fundó, en 1998, Andreuencs, ubicados también en Gol Nord, llegando a poder disfrutar del club en Segunda B, y revolucionando el Narcís Sala en materia de animación, dándole mucho peso al material de grada, a las coreografías, y a tifos nunca antes vistos en el estadio. Tras su último desplazamiento a Tafalla, desaparecieron en 2006, al no haber sabido encontrar un relevo generacional.


Justo después, en 2007  aparecería Eskamot Quatribarrat, que llegó a realizar algún tifo, pero acabó disolviéndose en solo un año dando lugar, a su vez, a Nucli Fénix, cuya actividad se extendió hasta 2011. Paralelamente a este proceso, también en el 2007, se funda Desperdicis, por parte de un grupo de chavales del barrio, con el antifascismo y la conciencia de clase como señas de identidad, surgiendo su nombre de un desplazamiento a Badalona en el que la policía les apartó de su afición y les trató como basura. 


Un grupo nuevo, con aires frescos, y sin unos mayores que pudieran ‘viciar’ sus primeros pasos, con la libertad de poder forjar su propio camino en un estadio que de primeras no estuvo demasiado receptivo a los tintes ideológicos con los que los nuevos pobladores del fondo quisieron teñir las mañanas de fútbol de domingo. Sin embargo, en estos dieciséis años han sabido transmitir al resto de aficionados los valores tradicionales del barrio popular de Sant Andreu, transformando la masa social del club, e incluso a su propia directiva, diluyendo cada vez más las líneas entre equipo y afición, hasta prácticamente conseguir ir de la mano en muchas cuestiones. 


Y no queríamos perdernos la oportunidad de ver todo esto en directo, en su partido más importante del año.

Muerte o gloria


En Sant Andreu el derbi se había empezado a jugar desde semanas antes, cuando Desperdicis había comenzado a confeccionar el que sería uno de los tifos más grandes de su historia. La ocasión, desde luego, lo iba a merecer. Desde el miércoles se había colgado el ‘No hay billetes’ en su grada. Dos días después se colgó en la grada de Lateral, alcanzando la venta de cuatro mil entradas anticipadas, lo que significaba que el domingo se superarían los seis mil espectadores. Por su parte, los visitantes dispondrían de seiscientas treinta localidades para el Gol Sud, pese a tener este un aforo de un millar de espectadores. Se agotaron en solo unas horas.


La expectación era máxima, y de seguir sacándole partido se encargó la Coordinadora Andreuenca, una agrupación de socios del club, en la que participa Desperdicis, que regaló una senyera a todos los vecinos que colindan con el Narcís Sala, pidiéndoles que la colgaran en su balcón. De que la iniciativa fue un éxito dimos cuenta pronto, el mismo domingo a mediodía, cuando entrábamos al estadio para ver cómo los locales realizaban las últimas pruebas del tifo. Los nervios por el estreno de un nuevo sistema de poleas se palpaban, y algunos no las tenían todas consigo. No era un día en el que se pudiera fallar.


Tras quedarse todo preparado, a la una de la tarde, cinco horas antes del partido, habían convocado a toda la afición en la Rambla de Sant Andreu para dar comienzo a la previa bajo el lema ‘A por ellos sin piedad’. Allí pudimos ser testigos del goteo incesante de gente que hizo que, a eso de las tres de la tarde, estuviera ya todo a reventar de banda. Viejos conocidos del Gol Nord, muchísimas caras jóvenes, un mar de camisetas cuatribarradas, mares de cerveza y mucho humo amarillo y bengalas, fueron los ingredientes encargados de calentar el ambiente hasta que llegase la hora de entrar al fútbol. 


Una entrada desorganizada, con colas kilométricas, en un estadio poco acostumbrado a tales concentraciones de gente, hicieron que el acceso fuese lento, y que la grada se fuese llenando con cuentagotas. A ella nos daría la bienvenida un código de conducta con unas directrices claras: prohibido hacer fotos, prohibido hacer vídeos, solo camisetas de la UESA, animar hasta reventar, y vetada cualquier conducta fascista, racista u homófoba. Reforzando todo esto, el cartel que preside el Gol Nord del Narcís Sala: ‘La pilota no discrimina’.


Para cuando por fin pudimos ocupar nuestro sitio en la grada, después de habernos tenido que abrir paso como podíamos, esta ya era un hervidero. Lo mejor estaba por llegar.


Norte contra sur


Tras unos eternos minutos de incertidumbre, en los que la policía puso problemas para la apertura del cuarto en el que se guardaba el tifo, los encargados ya se habían puesto a funcionar, y mientras en la grada contraria Eskapulats hacía lo propio, se ultimaban los últimos preparativos. Hasta que llegó el momento de la verdad. 


Un cubregradas taparía casi la totalidad del fondo. En él se podía observar la silueta de la antigua fábrica textil Fabra i Coats, icono histórico de los trabajadores andreuenses, junto a la de la iglesia de Sant Andreu, en cuya capilla -Capilla de los Segadors-, un 22 de mayo de 1640, campesinos llegados de toda Cataluña iniciarían una revuelta que daría lugar a la Guerra de Secesión Catalana. Sobre ellos, en la parte que le correspondía al cielo, estaría representada también la cruz de Sant Andreu y el logo del grupo.


Mientras tanto, las poleas comenzarían a girar, y las cuerdas levantarían la parte vertical del tifo. En ella se veían tres siluetas apostadas sobre el lema ‘El més popular de Barcelona’. A la izquierda, un trabajador de la Maquinista Terrestre y Marítima, donde el sindicalismo obrero tuvo una gran importancia; a la derecha, una trabajadora de la citada fábrica textil Fabra i Coats; y en el centro, un jugador antiguo de la UESA, reivindicando la tradición futbolística del club. Un resultado impresionante, y cargado de simbolismo, que hizo que los visitantes lo fuesen a tener realmente complicado para equilibrar la balanza. 


El buen resultado haría que las poleas ya se hayan convertido en indispensables en el Narcís Sala, y los tifos verticales de Desperdicis se hayan vuelto habituales. Una vez recogido el tifo, colgarían su pancarta principal de la red que les separa del terreno de juego, colocando algunas banderas y pequeñas pancartas a ambos lados de la misma. También comenzarían a repartir decenas de banderas y estandartes, todo pintado a mano, con los colores rojo y amarillo, que comenzarían a inundar una grada que ya estaba hasta arriba, y en la que nos llamó la atención el alto porcentaje de mujeres, lo que desde aquí celebramos. 


Organizados bajo la dirección de dos speakers, con sus correspondientes megáfonos, subidos a la valla y encaramados como podían a los postes que sostienen la red, comenzaron a guiar la animación, que tendría su recompensa con el gol que trajo la locura a la grada en el minuto veintisiete.


Vas a una bronca y se monta un partido de fútbol


Con los ánimos por las nubes, la segunda parte comenzaría con una pancarta dedicada al fondo rival: ‘Miraos al espejo, ni acompañados sois rivales’, en referencia a los grupos que se habían unido a Eskapulats para vivir el derbi. Por su parte, Desperdicis estaría acompañado de miembros de Indar Horibeltz, de quienes se pudo ver una bandera de mano. Poco después, los speakers señalarían a un punto en el cielo, para dirigir al mismo las miradas de los presentes. Concretamente a la azotea de uno de los edificios contiguos, desde la cual dos sancionados veían el partido, para quien hubo un homenaje en forma de cánticos y aplausos. 


Los minutos pasaban, y el gol del Sant Andreu le acercaba al liderato, ostentado hasta ese momento por el Europa, a falta de solo cuatro partidos para el final de la liga regular, y con el ascenso directo como recompensa. Pero los escapulados no iban a dejar marchar tal preciado botín tan fácilmente, y cuando los cuatribarrados ya celebraban el triunfo, y el liderato, haciendo mofa de sus rivales, todo dio un vuelco, aprovechando dos expulsiones de sendos jugadores locales. 


El empate de los de Gràcia en el minuto noventa y cinco destapó una tempestad difícil de contener en ninguna de las dos gradas. En una, por la euforia desbordada. En otra, por la rabia contenida. Una euforia y una rabia que se trasladaron al césped, donde, tras una ‘provocación’ (o así fue interpretado por los locales) del técnico visitante, el banquillo local se lanzó hacia él, provocando una tangana que se desarrolló en un lado del terreno de juego, mientras en la otra, una parte de los jugadores escapulados celebraba el empate con los desplazados. 


Una celebración desbocada que contrastó con las caras de decepción del resto del estadio, que transformó su frustración en intentos de saltar al césped y en lanzamientos de objetos a la plantilla visitante, que no sabía muy bien en qué parte del estadio estaría más segura. De ello se encargaría después el dispositivo de los Mossos, que, mientras conducía a la afición desplazada a la parada de metro más cercana, situada a escasos metros del bar donde se habían concentrado los andreuenses en la previa, tomaba posiciones para evitar el ataque de las decenas de locales que no querían resignarse a que el derbi acabase de aquella forma. 

El camino directo a la Segunda Federación pasaba por ganar. Pero no era el único. A los cuatribarrados aún les quedarían tres eliminatorias para demostrar que, pese a la derrota, se merecían tanto como el Europa el ascenso. Y tomarse la revancha a la temporada siguiente. 


CLUB ESPORTIU EUROPA – ESKAPULATS


Cuatro décadas de grada


A día de hoy, el tifo gracienc tiene un nombre, y es que Eskapulats, que para cuando tú leas esto ya estará celebrando su décimo aniversario, ha vivido un enorme crecimiento desde que en 2013 un puñado de amigos del barrio de Gràcia decidiese hacer causa desde las gradas del Nou Sardenya.


Pese a ello, si queremos buscar los orígenes de la animación organizada, en 1979 nacía la peña juvenil de animación L’Escapulari, abriendo camino a peñas posteriores como Caliu Gracienc  o Torcida Escapulada. O los primeros grupos, experiencias efímeras durante los noventa, como fueron Front Escapulat y Hooligans Europa.


Un puñado de amigos, decíamos, que en 2013 colgaron la primera pancarta de Eskapulats, hecha con la lona de una pancarta publicitaria dada la vuelta, y, ya entonces, adornada con una estrella roja y el escudo del CE Europa. Comenzaron siendo apenas una decena de personas animando al ritmo de un bombo, cambiando su ubicación en función de dónde atacase el Europa, y en solo una década, ya establecidos en Gol Sud, han ido depurando su estilo y organización, y aunque siguen desmarcados del término ultra, es innegable la influencia que esta mentalidad y estas formas han ido ejerciendo en el desarrollo de una grada que ya llega a juntar a alrededor de dos centenares de personas animando, ha generado algunas secciones como Writers, Burlats, Eskafumats, Boinuts u Outsiders, y ha visto el nacimiento de otras pancartas de peñas no tan interesadas en la animación organizada pero que no son ajenas al trabajo que hace Eskapulats, como Mods u Old Bastards.


Una década de trabajo que ha visto como la animación europeísta ha llegado al que probablemente sea su mayor punto histórico, y además en un momento en el que el club atraviesa un buen momento deportivo. Así llegaban a este derbi a finales de temporada, en el que se jugaban las posibilidades de ascenso directo frente al Sant Andreu. Una rivalidad compleja que, además de por lo deportivo, ha vivido unos tiempos ajetreados últimamente. No podía haber una ocasión mejor para visitar este partido.


Muerte o gloria


En Gràcia el partido comenzaba el sábado por la noche, con una visita al último entrenamiento en el que Eskapulats sorprendió y animó al equipo con un bengaleo y unas palabras recordando la importancia del derbi. Un centenar de personas, y un perro, daban por iniciado el fin de semana en el Gol Sud del Nou Sardenya entre fuego y humo.


El día del partido arrancaba seis horas antes, a casi cinco kilómetros del Narcís Sala, en la Plaza del Raspall, en el corazón de Gràcia, donde Eskapulats había convocado a la afición europeísta, y donde el Ateneo servía de cuartel general desde donde saciar la sed de una cada vez mayor cantidad de gargantas, bufandas y palmas. Gran parte de las seiscientas treinta personas con entrada pasarían por la previa, además de otros tantos sin ella.


Poco antes de las cuatro echaba a andar el primer corteo del día, bajo las indicaciones de los speakers, por las calles estrechas de Gràcia. Una cola interminable que no se podría admirar en su totalidad hasta que la calle Tordera no desembocó en Bailén, y se pudo observar como más de medio millar de personas portaban el Orgull de la Vila hacía el derbi.


Después de unos minutos de marcha, cortando calles y avenidas, y llegando hasta el metro de Verdaguer ante el asombro de quienes vivían ajenos a la disputa del partido, llegaba el momento de subirse a un tren de la Línea 10, para recorrer las cuatro paradas que separan Gràcia de La Sagrera, donde la segunda parte del corteo, más reducida que la primera, iba a comenzar tras esperar la llegada de los rezagados que habían perdido el tren. Una espera que también aprovechó para hacer acto de presencia un despliegue nada desdeñable de los Mossos, con ocho furgonetas y el material antidisturbios ya preparado.


A las 16:35, una hora y media exacta antes del inicio del partido, una traca de petardos, tradición de los correfocs, rompía el aire para dar comienzo a la animación y a la marcha. Un corteo por el poble, territorio del rival, que iba a recorrer, con algo de desvío trazado por las fuerzas del orden, el poco más de kilómetro que separaba a los visitantes del estadio local. Alrededor de un cuarto de hora de marcha, con las paradas estipuladas, en el que, con la Torre Gloriès de fondo, Eskapulats fue ya haciendo gala de su repertorio, con el Gotta Go de Agnostic Front en versión europeísta, mientras desplegaba la pancarta que iba a presidir el resto del corteo.


En la última esquina antes de llegar a la grada visitante del Narcís Sala, llegaba el momento de que la luz y el humo de dos decenas de bengalas se sumasen a las gargantas para hacer saber que la afición del Europa ya estaba en Sant Andreu.


Norte contra sur


Con gran parte del contingente visitante haciéndose fuerte en la barra del bar que hay frente al acceso, Eskapulats, tras tener que desplegar y mostrar su pancarta, accedía a la grada y comenzaba a organizarla. A la del grupo iba a acompañarle pancartas y banderas de sus secciones Writers, Burlats y Outsiders, a las que se sumaban banderas de Cornehools, Bandarres Ondarrins y Supporters Vilafranca, que formaron parte del desplazamiento europeísta, así como las de Mods, Old Bastards y unas cuantas banderas políticas y de Gràcia. La bandera de Boinuts, aunque presente en la grada, no se colgó de la red.


Era el momento, además, de colocar y preparar el tifo, por lo que mientras algunos iban dando fé de que la cafetería del Narcís Sala es probablemente la que mejor comida ofrece de todas las que hemos visitado, otros curraban a destajo ante la atenta mirada de los Mossos D’Esquadra. La megafonía se iba a encargar de llevar a los visitantes hasta el pitido final, versioneando el Un giorno all’improvviso para faltar al respeto a los locales.


Pero poco antes de que saltasen al campo los jugadores, comenzaba la hora de la verdad, y tanto en Gol Nord como en Gol Sud la cosa se ponía frenética. Un cubregradas azul, con el escudo del CE Europa, sobre un fondo escapulado, se desplegaba sobre las cabezas de los dos centenares de personas que ocupaban el centro del sector visitante, franqueado de tres tiras azules y blancas a cada lado. Con una animación que ya no iba a parar, excepto en el descanso, hasta después del pitido final, todavía hubo quien aprovechó para, por las pequeñas rendijas que dejaba el cubregradas, mirar qué habían preparado los rivales para la ocasión.


Eskapulats no llevó al derbi banderas para la grada, ya que no sabían qué clase de prohibiciones y limitaciones al material se iban a encontrar en la puerta, por lo que tuvieron que apoyar el aspecto visual de su animación en los palmeos, bufandeos y demás coreografías. Los elementos que sí estuvieron presentes fueron un bombo y un megáfono, que desde la valla estuvieron guiando la animación de una grada visitante que no guardó silencio en ningún momento, ni siquiera después del gol local. Y como cuarenta y cinco minutos sin callarse dan para mucho, sacaron también tiempo para dedicar cánticos a Desperdicis, reclamándoles que cantasen en catalán, o para insultar a un antiguo jugador del Europa que ahora milita en el Sant Andreu.


Vas a una bronca y se monta un partido de fútbol


Los segundos cuarenta y cinco minutos corrieron entre tanganas, insultos, cánticos cruzados, y los locales celebrando a costa de los visitantes. Un escenario un poco extraño para que uno de estos se nos sincerase: “La verdad es que espero que nosotros ascendamos directos, pero que ellos lo hagan en el play-off. Para nosotros este es el partido del año, y esta rivalidad hace más interesante nuestra temporada”.


Una segunda parte, solo descriptible por la palabra ‘tensión’, que nos tenía reservados unos últimos minutos que desde la grada visitante no se podrían definir de forma diferente a ‘gloriosos’. El minuto ochenta y siete trajo una tarjeta roja para el conjunto local, que en el Gol Sud se celebró como un penalti. Quizá porque daba la oportunidad de dar salida a parte del estrés acumulado, quizá porque en ese momento era lo único que se podía celebrar. 


Solo cuatro minutos después, y ya en el descuento, una nueva expulsión se celebraría, esta sí, como un gol. Tanta tangana había dejado un tiempo añadido lo suficientemente amplio como para que dos jugadores más pudiesen suponer una diferencia aprovechable, por lo que el sector visitante alcanzó durante los minutos de añadido unos niveles de animación, locura y pasión que solo se habían atrevido a insinuar durante los noventa previos. Una valla con más gente que algunas gradas, una animación fuera de cualquier tipo de racionalidad, y la idea, la convicción, de que algo iba a pasar. Un ambiente de desafío hacia los locales y su efímera victoria, que iba a explotar por los aires cuando el Europa consiguió igualar el partido con un gol en la última jugada.


Gente encima. Gente debajo. Bufandas a un lado. La red al otro. Gritos en el oído. Gritos en la cara. Una puta bomba de relojería que había llegado al final de su cuenta atrás. Un descontrol que hacía casi secundario que en el césped las hostias volaban camino al vestuario, con una grada lateral que había dejado de comprender el concepto de separación con el terreno de juego, y una plantilla visitante que no sabía si atender a la bulla, a la fiesta o a la emoción. Finalmente, tras la celebración, tendrían que entrar en vestuarios escoltados por los Mossos y sus cascos.


Aún habría tiempo para un rato más de celebración en la grada, porque lo de la salida se alargó más de lo que a muchos les gustaría. Faltaba deshacer el camino hasta el metro, y hasta Gràcia, donde la fiesta se prolongaría. Al fin y al cabo, la Vila se acababa de meter en el bolsillo el ascenso directo a Segunda Federación. Y lo habían hecho en casa, y en la cara, de su máximo rival. 


¿No se dice que la alegría va por barrios?