BRIGADAS AMARILLAS – HISTORIA DE UNA PANCARTA

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Bufandas, banderas, camisetas, estandartes, cubregradas… Forman parte de nuestra vida, y también de nuestras gradas. Les dan color, personalidad y un toque único, que las hace diferentes. Pero hay un elemento que está por encima de todos: las pancartas. Sí. Las pancartas son el principal medio de comunicación que existe en nuestro movimiento. Las pancartas recogen, en tan solo unos metros de tela, la identidad y la esencia de nuestros grupos.


Por un lado, están las oficiales para los partidos de casa, que son la imagen principal del grupo; las oficiales para los desplazamientos, quizá con las que más aventuras hemos vivido y las más queridas por todos; las pancartas mensaje, para reivindicar, satirizar, protestar o celebrar… Nada tiene más valor en un grupo que su pancarta. No hay mayor privilegio que el de sujetarla a lo largo de un corteo hacia el estadio, o colgarla en la valla de la grada antes de que empiece el partido, o llevarla encima en un desplazamiento. Pocos, muy pocos pueden tener el orgullo de echársela a la espalda, de estar dispuesto a defenderla pase lo que pase, hasta las últimas consecuencias.


Conscientes de lo que implica y lo que significa ponerse detrás de una, hoy queremos rendir homenaje a la que ha sido la pancarta oficial con más historia de nuestra Liga, la cual nos ha dejado hace tan solo unos meses. Estamos hablando de la primera pancarta oficial de Brigadas Amarillas, que se confeccionó de la forma más peculiar allá por el 1982. Pero para hablaros de ella, primero tenemos que hablaros de los orígenes del movimiento en la Tácita de Plata. Cuando todo empezó.

Debemos remontarnos a los años setenta, cuando aún no existía el tifo organizado en España, y cada uno tenía que buscarse las mañas para hacerse sus banderas y pancartas, e incluso sus bufandas, para lo que se solía recurrir a la madre o a la abuela. Es en estos momentos cuando unos chavales del colegio marianista San Felipe Neri fundan un grupo de animación cadista, que posteriormente sería el germen de Brigadas Amarillas.


Este núcleo se va a instalar primero debajo de la Torre Olímpica -que pasó a mejor vida tras la última remodelación del Estadio-, en la grada de Preferencia del Ramón de Carranza. Adoptan el nombre de Frente Cádiz, y con ellos aparece el tifo organizado en la ciudad: bengalas, extintores, rollos de papel, nitrato, confeti… El grupo va aumentando, y a la gente de la ciudad se le va sumando peña de San Fernando, Chiclana, Puerto Real, Rota… Poco después de su nacimiento deciden cambiar su nombre por el de Barra Ultra, y comienzan a acompañar al equipo en los partidos a domicilio.


A principios de los ochenta, el Cádiz se encuentra viviendo una época dorada en lo deportivo, de la mano del entrenador yugoslavo Dragoljub Milosevic. En mayo de 1981 se consuma la vuelta a la Primera División y, además, ese verano se alcanza la victoria por primera vez en el Trofeo Carranza. Cádiz se convertirá en un fortín en Primera, venciendo en casa a Real Sociedad, Barcelona, Real Madrid, Athletic, Atlético, Sevilla… Sin embargo, se pierden casi todos los demás partidos, por lo que el Cádiz volvió a Segunda en 1982.


Será en esta mágica temporada cuando el grupo decide cambiar su ubicación a Fondo Sur, con lo que se toma la decisión de modificar también su denominación. Ese mismo verano se celebra el Mundial de fútbol en España, y la influencia de los ultras italianos y los hooligans ingleses comienza a hacerse palpable en las gradas de nuestro Estado. Así, a imagen y semejanza de las hinchadas italianas, concretamente de las Brigate Gialloblu del Verona, se decide adoptar una nueva denominación: Brigadas Amarillas y Azules. La traducción literal era demasiada larga, por lo que se acuerda quedarse en Brigadas Amarillas, al ser el amarillo el color más representativo del club. Así, llega el momento de pensar y elaborar la que será la primera pancarta del grupo.

Había que hacer algo grande, diferente, distinto a lo que se había visto antes en Carranza. Y para ello hacía falta financiación. Por aquella época los envases se reutilizaban, por lo que se inicia una campaña de financiación a base de recoger botellas vacías de cerveza, las cuales, tras entregarse en el ultramarinos correspondiente, te dejaban un beneficio de uno o dos duros -cinco o diez pesetas- por cada envase devuelto. Durante todo el verano de 1982 estuvo la gente de Brigadas dando vueltas por la ciudad, acercándose a todos los grupos de chavales que veían echándose unos litros a recoger sus cascos. No eran los únicos, ya que les tocó competir con todos los toxicómanos de la época, que tenían en esa actividad una de sus principales vías de financiación. Casi ná.


Una vez con los materiales, se le pide el favor de confeccionarla a la madre de un afiliado brigadista de la época. Todo en orden. Con un fondo azul y letras amarillas, se empieza a coser el nombre de las Brigadas Amarillas en un gran pancartón de tela. En él, aún existe un hueco entre las dos palabras, un hueco que se había pensado para ser ocupado por una estrella roja. Sin embargo, por aquella época los GRAPO tenían una fuerte presencia en la marginada barriada obrera gaditana del Cerro del Moro y, la señora, al pensar que Brigadas era una sección de la citada organización se negó a coserla, aduciendo que no quería problemas, y es que apenas hacía siete años que había muerto Franco. Y así, ya tendríamos una de las pancartas más míticas de nuestro fútbol.


En la temporada 1984/1985 el Cádiz asciende a Primera en un desgraciado partido contra el Castellón. Brigadas realiza un gran tifo consistente de treinta bengalas de mano y dos botes de humo pero, desde la grada de Preferencia alguien lanza una bengala-cohete de uso marítimo, las cuales, si no están correctamente colocadas en vez de elevarse perpendiculares al suelo salen en la dirección a la que involuntariamente se haya apuntado, impactando esta en el pecho de un socio de edad avanzada, justo en el corazón, falleciendo en el acto, por lo que el ascenso no se celebra. Tan solo unos años después, en un Espanyol-Cádiz, en Sarría, un niño muere por el mismo motivo, por otra bengala marinera que cruza todo el terreno de juego y le impacta en el pecho. Se da la casualidad de que los dos únicos fallecidos por bengalas en encuentros de fútbol se producen en partidos del Cádiz. A partir de ahí se prohibió su uso, el de las marineras y el de las de mano, que no tienen nada que ver con las primeras y son las que usan normalmente en los estadios, totalmente inofensivas.

A lo largo de esta temporada los tifos se vuelven frecuentes, se producen los primeros incidentes en los viajes a Málaga y Sevilla, y también aparecen los primeros carnés de socio. El número de miembros no deja de crecer, y los viajes y tifos son constantes, mientras Brigadas comienza a ganarse una reputación en toda la ciudad, ya que, aparte del fútbol, siempre están presentes en todas las manifestaciones a favor de los astilleros y de la enseñanza pública.


Será en esta época, en 1986, cuando se empieza a lucir el que a posteriori se convertirá en la principal seña de identidad del grupo a lo largo de su historia, la imagen del Ché Guevara, terminando de confirmar la identidad antifascista del grupo. Brigadas empieza a cobrar mucha fuerza, mientras la forma de animar se radicaliza, sucediéndose continuos altercados de orden público, que hacen que, a partir de 1987, el presidente de por aquel entonces, Manuel Irigoyen, inicie una verdadera cruzada contra el grupo, contratando incluso una empresa de seguridad privada -Esabe Express- para que eche a Brigadas de su Fondo, viviéndose auténticas batallas campales tanto dentro como fuera de Carranza.


Es debido a esta represión, a los continuos palos y a las detenciones masivas, que el número de miembros se reduce a la treintena. Pero la pancarta sigue ahí, acompañada de muchas otras. Entre ellas, podemos recordar algunas como la de Killer Boys, una sección de chavales fundada en la misma década que profesaba verdadera pasión por la subcultura heavy, estando esta muy presente en los primeros años del grupo; la de Curva Sur, sección formalizada en 1988 tras años de acercamiento con Brigadas; la de Psikosis Cádiz, creada un poco más tarde, en 1992; o la del Frente Ché, fundado en el mismo año, y que comparte con la pancarta de Brigadas la bandera andaluza en la parte inferior. Aunque todavía no os habíamos hablado de esa historia…

Decíamos que no os lo habíamos contado porque, la imagen que se ha popularizado de esta pancarta es la que contiene la bandera andaluza en su parte inferior, pero esta no apareció hasta principios de los noventa, una década después de su confección. La mayoría de miembros de Psikosis militaban en Nación Andaluza, organización política independentista, y aprovecharon un rollo de tela de bandera andaluza que les había sobrado para cosérsela a la pancarta oficial, obteniendo, ahora sí, la pancarta que ha visto los partidos del Cádiz durante todas estas temporadas.


Ha vivido infinidad de partidos en el Fondo Sur de Carranza, pero también en el Fondo Norte durante los años de exilio. Incluso ha viajado fuera en varias ocasiones, aunque no ha sido lo habitual, a lugares como Sevilla ante el Betis o Vallekas hace no muchos años. Por el camino ha visto cómo fue sustituida por una pancarta de lona azul a principio del nuevo milenio, la cual se partió hace no mucho, prueba de la resistencia de la primera.


Y después de todo este tiempo, sí, aún sigue viva. No podemos decir que sea la misma de 1982, ya que son incontables los remiendos, arreglos y lavados de cara a los que los miembros de Brigadas la han sometido: coser las letras de nuevo, pegarle un lavado, arreglar los boquetes…, pero ahí está. Demasiado ha aguantado. A finales de la temporada pasada, en la primavera de 2019, vivió su último partido en Carranza, antes de ser sustituida por una nueva pancarta. Pero la seguiremos viendo en la grada, ya que Brigadas realizó una bufanda conmemorativa en homenaje a su primera pancarta hace unos años.

Íbamos a dar por concluido el artículo aquí, pero aún nos falta algo. Lo más importante. No podíamos marcharnos sin recordar a la mujer que ha vestido la grada de Brigadas durante tres década y media. Ella es la señora Antonia Fontao, madre de dos viejos miembros del grupo, a la que se homenajeó con una placa y un ramo de flores en el treinta y cinco aniversario de Brigadas Amarillas.

Seguro que esta pancarta ha dejado un hueco difícil de llenar en Cádiz, un pedacito de Brigadas se ha ido con su partida. Con ella se marchan los recuerdos y los mejores momentos de varias generaciones de ultras gaditanos.

Hasta siempre.